Asesinos del amor
enero 25, 2020Ayuda a los niños en el manejo de sus emociones
julio 13, 2020Al entrevistar a familias con preadolescentes, es interesante notar que en esta etapa hay un patrón que se repite y que es el miedo. Y el miedo más común es a ir al infierno o a no ser un cristiano real. Involucrar a nuestros preadolescentes en el servicio a otros es un paso importante también para apaciguar y contestar los miedos y temores que surgen a esta edad.
Consideramos que en esta etapa es muy importante subrayar que es por gracia que somos salvos. Siempre me ha gustado una ilustración que leí sobre la diferencia entre religión y relación con Dios. La religión se relaciona con el hacer, porque implica que tenemos que hacer algo para recibir salvación y caer en gracia con Dios. El verdadero cristianismo se basa en una relación con Dios y se relaciona con lo hecho, porque Jesús ya hizo todo lo necesario para salvarnos. No tenemos que adivinar qué es lo que Dios quiere de nosotros para salvarnos. Al seguir al Señor, ya hemos sido declarados justos y sin culpa.
Cuando ayudamos a nuestros hijos preadolescentes a entender esta realidad, esto les alivia el temor y empieza desde pequeños a enseñarles que hacemos lo que hacemos no para ser salvos, sino porque Dios nos bendice para bendecir a otros. El servicio no tiene que ver con nosotros o con nuestra salvación, sino con la obediencia y el agradecimiento. El aprender a vivir en libertad es clave. Uno sirve a Dios por agradecimiento. Aunque en la preadolescencia es un tanto difícil entender cosas abstractas (viven en lo concreto y están recién comenzando a entender lo abstracto), poco a poco los chicos pueden empezar a entender la verdad de que somos salvos por fe, y que eso se refleja en nuestras obras. Cuando escuchan las enseñanzas de la Biblia, pueden estar contentos de ver sus vidas reflejando el mandamiento más importante: “amar a Dios por sobre todas las cosas, y amar a tu prójimo como a ti mismo”.
El poder servir junto a nuestros preadolescentes también abre puertas a la comunicación. Puede que tus hijos todavía no hayan llegado a esta etapa, pero te cuento que el comunicarse con ellos es toda una preocupación cuando entran en la preadolescencia. Por sus mentes pasan muchas cosas, pero les cuesta ordenar sus pensamientos y sus emociones, y esto los lleva a callarse totalmente, o a decir todo lo que se les va ocurriendo, sin ningún filtro y ¡eso puede confundirte más que su silencio! Entonces, ¿cómo puede el servicio abrir estas puertas de comunicación?
En primer lugar, servir juntos significa pasar tiempo juntos. En un mundo cada vez más ocupado, en el cual nuestros preadolescentes tienen muchas actividades que queremos aprovechar para darles mejores oportunidades, el tomar un tiempo para servir juntos es generar más oportunidades para pasar tiempo conversando.
En segundo lugar, servir juntos trae experiencias o vivencias que ayudan a que surjan temas importantes a tratar en la vida de un preadolescente como, por ejemplo, ¿dónde está la justicia de Dios?, ¿por qué las personas tienen que sufrir?, ¿dónde está Dios en el sufrimiento? Seamos honestos, estas son preguntas que nosotros también nos hacemos. Qué bueno es poder hablar de estos temas juntos y no de una manera forzada, sino a partir de lo que uno está viendo.
En tercer lugar, como ya hemos mencionado, hay temores reales, y también irracionales que nuestros hijos experimentan en la preadolescencia. Cuando uno está sirviendo a los más necesitados, uno es más vulnerable y sensible, estamos todos fuera de nuestra zona de confort y eso iguala la plataforma de comunicación. Ellos podrán ver que nosotros también queremos dar lo mejor de nosotros y que nos cuesta, y nos hace aliados en la vida. Eso es muy bueno.
Como el servir nos pone en situaciones de vulnerabilidad, es sumamente importante siempre tomarnos un tiempo antes de servir, para prepararnos para lo que vamos a ver y después del servicio para hablar de lo que hemos visto y vivido. Siempre debe haber sesiones de evaluación lo antes posible después de cada salida para ministrar juntos como familia.
Si nuestros preadolescentes pueden aprender a amar aun cuando alguien no los ama, van a tener la mejor herramienta que Dios nos puede dar. No nos olvidemos que en 1 Corintios 13, el conocido pasaje del amor, empieza diciendo: “si tengo una fe tan grande que puedo hacer que los montes cambien de lugar, de nada me servirá sin amor”. ¡Imagínate, poder mover toda una montaña con tu fe, pero eso no tiene valor en el reino de Dios! Seamos un ejemplo de esto con nuestros preadolescentes para que sean reflejo de Jesús todas sus vidas.
Los preadolescentes tienen mucha capacidad para amar y servir. También tienen temores y luchan con muchas emociones. Estemos atentos a comunicarnos con ellos al servir, y a apaciguar sus temores. Démosles oportunidades para actuar, eso muchas veces es el remedio para la ansiedad.
Este artículo fue extraído del libro “Trabajemos en familia” de Rich y Elisa Brown
Adquiere el libro completo aquí
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]