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abril 10, 2018Los líderes sin preparación suponen que las relaciones en el ministerio simplemente “se dan.” No entienden el valor de las relaciones ni trabajan proactivamente para generar relaciones sanas, fuertes y que resistan el paso de las crisis propias de la juventud.
Los líderes efectivos saben que las nuevas generaciones no necesitan tanto predicadores, teólogos o terapeutas, como amigos maduros que sepan modelar la vida cristiana, y los ayuden a llegar a la madurez por la vía de la amistad. Usualmente les digo a los líderes a los que tengo el privilegio de ministrar: “Si no logramos que los chicos hagan fuertes amistades en la iglesia las harán afuera y ante la crisis o la tentación los perderemos.”
El ministerio relacional no es otro modelo de ministerio, es la misma naturaleza del ministerio efectivo con esta generación. Ni siquiera es algo nuevo; Pablo ya modelaba el ministerio relacional diciendo:
“Así nosotros, por el cariño que les tenemos, nos deleitamos en compartir con ustedes no solo el evangelio de Dios sino también nuestra vida. ¡Tanto llegamos a quererlos!” (1 Tesalonicenses 2:8).
Un Necesitado Cambio de Perspectivas
Cuando descubrimos la realidad de lo que pasa por el interior de los adolescentes, y miramos las presiones de la cultura empezamos a sensibilizarnos. Con solo mirar a Jesús nos damos cuenta que Él prefirió el diálogo cercano, el de amigos y el de compartir vivencias para conseguir resultados duraderos.
Pastores, padres y líderes tenemos que hacer algunos cambios en la manera de mirar a los jóvenes y por eso quiero recomendar cuatro cambios de perspectiva para que los líderes efectivos pueden hacer:
- De verlos pecadores a verlos seres humanos: En nuestros ministerios o comunidades no hay jóvenes borrachos, drogadictos, fornicarios o descontrolados, sino seres humanos que necesitan a Dios tanto como nosotros y están en una etapa dónde son más frágiles frente a los vicios. Muchos son los pasajes donde notamos que el mismo Jesús trataba a quienes se le acercaban como seres humanos antes que como pecadores.
- De verlos asistentes a verlos miembros: Aquellos adolescentes que han aceptado el compromiso de seguir a Cristo y han obedecido a los requerimientos de la iglesia, no pueden ser considerados meros espectadores o miembros de segunda por su corta edad. Si Dios los llamó al cuerpo, Él les proveyó de dones (1 Corintios 7:7) y es nuestra tarea ayudarlos a encontrar su función en el cuerpo. Para hacer este cambio de perspectiva es necesario que la iglesia se vista de humildad.
- De verlos números a verlos individuos: Conozco las presiones que muchos sufren para multiplicar el número de jóvenes. También conozco la tentación de solamente estar pendiente de que venga una multitud a nuestras actividades. Pero si reconocemos la enorme necesidad de relaciones significativas y la gran oportunidad de afectar sus valores, será más fácil acercarnos a ellos de manera individual. Debemos aprender de un Jesús que tantas veces hizo a un lado a la multitud por aprovechar mejor el tiempo con personas que Él distinguía individualmente.
- De verlos problemáticos a verlos necesitados: Compartir tiempo con personajes que pasan de la euforia a la indiferencia, que critican lo que sea y a quien sea y que hacen cambios estridentes no es fácil. Muchas veces en la iglesia los jóvenes y en especial los adolescentes solo escuchan quejas acerca de ellos mismos. Para poder cambiar esta manera de verlos y sentirlos es necesario que los líderes nos vistamos de amor.
Portadores de Valores
En un tiempo de realidades relativas, los valores más creíbles son los que pueden verse claramente en la vida de modelos que sean ejemplo, más que otros que solo dicen lo que hay que hacer. Los jóvenes necesitan relaciones significativas que los ayuden a cultivar los valores que van a regir sus vidas futuras. Los líderes maduros entienden estas necesidades y cultivan un liderazgo cercano en el que la convivencia pueda “contagiarles” aquello de lo que enseñamos.
Pasar tiempo de uno a uno con una persona tomando decisiones determinantes es quizás la herramienta más poderosa para conseguir resultados positivos en sus vidas. Ser reales y creíbles para ellos está en la lista top de lo que las nuevas generaciones están buscando en sus líderes. Por eso una vez más es necesario resaltar la importancia de las relaciones en el liderazgo generacional.
Ser proactivos en generar estas relaciones cercanas es vital para poder transmitir los valores del Reino de Dios a las vidas de esta generación. Es más natural que los adolescentes vengan a la iglesia porque allí están sus amigos que porque les atrae el sermón. Lejos de avergonzarnos por esta realidad, debemos usarla a nuestro favor en decir que los adolescentes también vienen porque son “nuestros” amigos. A pesar de ser un predicador que paso gran parte de mi tiempo predicando en congresos, cruzadas y conciertos juveniles, tengo que admitir que los resultados más duraderos siempre los conseguí en la influencia personal de una conversación cercana y sobre todo con el ejemplo.