La música como medio de enseñanza
septiembre 23, 2024El dilema que tarde o temprano todos los líderes cristianos de hoy en día enfrentamos es: ¿Cómo mantenernos humildes cuando nuestras carreras, nuestro trabajo, y el aporte que queremos hacerle al mundo demandan que promocionemos lo que hacemos?
Al mirar con atención los Evangelios se hace evidente que Jesús fue el ejemplo de un líder que deja el poder y la riqueza para venir a servir y no a ser servido. Sin embargo, es de notar que su humildad fue asertiva, y Él nunca demostró considerarse menos de lo que verdaderamente era.
La humildad no solo fue parte de la belleza del carácter de Cristo, sino también una evidencia de su espiritualidad, un rasgo de su liderazgo, y un amplificador de su influencia.
Con las redes sociales se instaló un nuevo patrón social de continua exhibición personal y, en muchos casos, también de autopromoción. Para algunas personas tal vez es posible abstenerse y no sucumbir más que en una pequeña medida frente a esta presión social, ¿pero qué pasa si trabajas en el arte, o en comunicaciones, o si haces una carrera política o cualquier otra que te requiera construir lo que hoy se llama “una marca personal”? ¿Y qué pasa si tus ingresos dependen de las redes sociales, y lo que más vende es que tu cara se vea enorme?
¿Deberíamos los líderes cristianos promocionarnos a nosotros mismos? ¿Cómo resolvemos esto? La solución no es fácil, pero tres lineamientos a seguir que pueden resultar útiles son:
- Promocionar causas y propuestas más que a nosotros mismos
Cuando cambiamos de promocionarnos a nosotros mismos, a promover el valor proporcionado a los demás, nuestra postura cambia de recibir a dar. El objetivo ya no es la fama, sino velar por los intereses de los demás, que es justamente lo recomendado en Filipenses 2:4. Ser una cara reconocible puede ser un subproducto del servicio que brindas, y te puede ayudar a llegar a más gente, pero no debe ser el objetivo.
Muchos líderes cristianos de gran fama sirven como ejemplo de esta postura de honrar a Dios y no a nosotros mismos. El apóstol Pablo ganó notoriedad al difundir las enseñanzas de Jesús en el primer siglo, y los cristianos todavía estudiamos sus cartas del Nuevo Testamento. El cántico de gracia de Agustín de Hipona no se parece a casi nada que puedas leer en los libros modernos sobre la gracia. El poder omnipotente de la gracia, para Agustín, era el poder del “gozo soberano”, y solo eso lo liberó de una vida de esclavitud al orgullo filosófico. Siguiendo con los ejemplos, todo el mundo reconoce el nombre y la influencia de Billy Graham, y sus contemporáneos insisten en destacar que se percibía como una persona muy humilde.
Todos estos hombres fueron “famosos”. Eran reconocidos y la gente confiaba en ellos, lo cual magnificó la obra generalizada que el Espíritu Santo completó a través de su fidelidad. Si bien estaban lejos de ser silenciosos, el ruido que hicieron no fue el sonido de la auto glorificación, sino el de anunciar a los cuatro vientos el mensaje del evangelio.
Los cristianos debemos liderar con humildad, glorificando a Dios por encima del beneficio personal. Hoy hay mensajeros que pretenden convertirse en el mensaje, y receptores tan distraídos con el mensajero que ni siquiera saben cuál es el mensaje. Si tu trabajo requiere reconocimiento, dale neuronas a analizar qué es lo que estás glorificando.
- Enfocarnos en lo correcto más que en lo popular
Un pasaje bíblico del que hoy no se predica mucho es 1 Tesalonicenses 4:9-12, porque en él Pablo recomienda que nuestra ambición sea vivir “una vida tranquila”, lo cual no suena muy urbano, ni muy posible, ni demasiado seductor para muchos. Pero teniendo en cuenta el contexto de este texto y la cosmovisión que Pablo expone en otros textos, es probable que él no estuviera instruyendo a los cristianos de Tesalónica a pasar desapercibidos.
El pasaje ofrece instrucciones prácticas sobre cómo debe vivir la iglesia que espera el regreso de Jesús: en amor fraternal, ocupándose de sus propios asuntos y trabajando con sus manos, lo cual apunta a una ética de trabajo más que a un resultado. En su siguiente carta, de hecho, les advierte diciendo: “nos hemos enterado de que algunos de ustedes no trabajan y se pasan la vida sin hacer nada” (2 Tesalonicenses 3:11), de manera que al hablar de una vida tranquila no está hablando de una vida conformista.
La “vida tranquila” que recomienda Pablo tiene que ver con el aporte dedicado y con la conciencia en paz.
- Priorizar la conexión en lugar de la promoción
En Proverbios 11:2 se nos advierte que la soberbia y la altivez llevan a la deshonra, pero que con la humildad viene la sabiduría. En lugar de hablar con nuestros amigos, nuestros compañeros de equipo, e incluso con nuestros clientes sobre nuestros triunfos pasados o los éxitos que anticipamos para el futuro, preguntémosles sobre ellos mismos. La principal preocupación de un cliente potencial es: “¿Cómo puede esta persona o esta organización ayudarme?”.
Por eso con el equipo de mercadeo de e625.com continuamente estamos aprendiendo a publicitar lo que hacemos o proveemos conectándolo con las necesidades que atendemos, y no con lo fantásticos que supuestamente somos. Una relación humana auténtica es la mejor base para descubrir necesidades que generen proyectos que funcionan, ya que como le escuché primero decir a mi amigo el pastor Robert Barriger de Lima, “siempre es relevante rascar a donde pica”.
Sin duda, este enfoque hacia afuera te hará mejor en tu trabajo y tu vida. Las personas a tu alrededor se sentirán servidas en lugar de usadas, y pasarán a ser colaboradores en lugar de público.
Este artículo fue extraído del libro “Influencia” de Lucas Leys.
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Lucas Leys
Es el fundador de e625.com y tiene más de 25 años de experiencia en el discipulado de nuevas generaciones habiendo trabajado en distintos países, estilos de iglesia y circunstancias. Lucas es autor de más de 20 libros y es considerado una de las principales fuerzas de cambio en la pastoral de nuevas generaciones en el mundo.